Dichosos son aquellos que creen que tienen problemas, que lloran por sin sentidos, que compran para llenar sus vacíos; si tan solo se dieran cuenta que están vivos, que tienen salud, que la vida les sonríe, que tienen trabajo, que buscan amor, que la comida está a la mano y el techo y las cobijas los abrigan del frío y las cortinas los alejan del calor infernal.
Dichosos son aquellos que creen que sufren por el abandono, la traición, la perdida y el desamor, pues no se han dado cuenta que la verdadera carencia es la que mata, es la que obliga a robar, es la que vuelve loco al hombre que acecha al otro hombre con tal de no tener que mendigar.
Dichosos son aquellos que se quejan de la soledad, porque no saben todavía que el peor de los castigos es no saber con quien estar, que comparten alegrías con los que pronto se Irán.
Dichoso yo, que en mi afán por encontrar la felicidad me he dado cuenta que no está en un trabajo, en una pareja, en una casa o en la amistad. La verdadera dicha está en que mi aprendizaje ha sido conocerme de verdad, saber mejor de mi, aprender de mi error para pronto mejorar.
Dichoso yo, que en lamentaciones he encontrado quien me despierte a la verdad, en quejas he encontrado que en verdad no estoy tan mal, en lágrimas me he dado cuenta que el dolor es para mejorar, que quizás hoy no estoy como quisiera estar, pero que mañana estaré mejor porque al menos, sé donde no quiero estar.